Se encuentra solitario parado frente al inmenso mar
rumoroso, donde en ese atardecer pretende apaciguar su pena. Esta rodeado por el
viento incesante y las olas que trepidan entre las rocas, las que lo ayudan a
calmar la angustia que lo persigue y envuelve su corazón. Le gusta sentir el
deslumbrante rugir del mar, en esas llanuras levantadas por el oleaje que le
recuerdan que están llenas de vida, mientras distingue a la distancia el relámpago
de las escamas de unos peces saltarines en el agua.
Entonces, con una esperanza milagrosa y transparente de su mente, la busca con ansiedad mientras el sol cae en el ocaso y va languideciendo poco a poco como una burbuja rojiza. Al esfumarse en el dilatado horizonte, el mar es iluminado por la luz plateada de la luna y es en ese preciso momento, cuando mágicamente aparece la figura de ella sobre la vastedad del mar, resplandeciendo luminosa y bella, entre las sombras incipientes de la noche.
Y al verla allí, radiante sobre el oleaje, se siente muy dichoso, aunque ella esté distante y lejana. Esa energía palpitante del mar, con su idioma hecho de olas y viento, a él le infunde fortaleza en la soledad de su vida y ya entrada la noche, la sigue viendo bajo el tiritar de las estrellas.
Entonces, con una esperanza milagrosa y transparente de su mente, la busca con ansiedad mientras el sol cae en el ocaso y va languideciendo poco a poco como una burbuja rojiza. Al esfumarse en el dilatado horizonte, el mar es iluminado por la luz plateada de la luna y es en ese preciso momento, cuando mágicamente aparece la figura de ella sobre la vastedad del mar, resplandeciendo luminosa y bella, entre las sombras incipientes de la noche.
Y al verla allí, radiante sobre el oleaje, se siente muy dichoso, aunque ella esté distante y lejana. Esa energía palpitante del mar, con su idioma hecho de olas y viento, a él le infunde fortaleza en la soledad de su vida y ya entrada la noche, la sigue viendo bajo el tiritar de las estrellas.
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