La alegría de una niña
hermosa siempre aparece cuando es adulada por su abuela, pero florece en sus
sueños infantiles con el mágico y sublime volar de inmaculadas y etéreas hadas.
¡Feliz tú… niña halagada, que ríes cuando en cada vuelta de calesita tu abuela te saluda embelesada!
¡Feliz tú… niña dichosa, que ríes cuando le das de comer con tus tiernas manos a unas blancas y gráciles palomas, que retozan como las hadas de tus sueños alados!
¡Feliz tú… niña halagada, que ríes cuando en cada vuelta de calesita tu abuela te saluda embelesada!
¡Feliz tú… niña dichosa, que ríes cuando le das de comer con tus tiernas manos a unas blancas y gráciles palomas, que retozan como las hadas de tus sueños alados!
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